miércoles, 28 de noviembre de 2012

Dragones Maltrechos





Puedes, en el silencio, escuchar sirenas, que como relojes inflexibles mueven rostros teñidos de carbón y sol; saborear palabras sencillas pronunciadas con medias sonrisas y, otras, rabiosas o desesperadas, enmudecidas por la necesidad urgente o el miedo; palpar sudores espesos y ásperas toses, lubricados con polvo negro y escarchas de amaneceres; oler a ropa descolorida, a lana apolillada, a botas remendadas o alpargatas. Pero verlo no puedes. Lo intentas, pero la niebla del tiempo lo impide. Tu retina sólo es capaz de apresar a maltrechos dragones que inundaron de humaredas el valle, hundidos en la tierra, alzando sus piedras sobre el páramo solitario, próximos a la urbe crecida. No puedes ver… pero sí, entre niebla coloreada de tiempo, intuir, intuir con apabullante certeza.


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